
Liliana, Horacio (padre) y Pablito (mrio x una enfermedad a los 3 años)
Horacio, con sus verdaderos padres. ABC
TEXTO: CARMEN DE CARLOS FOTO: ABC
21-9-2003 05:00:04
Celebraba su cumpleaños los 22 de mayo. Creía que había nacido en 1977. Estaba equivocado. Hace seis meses descubrió la verdad. Su madre le trajo al mundo, «un 11 de marzo de 1976. Soy un año más viejo de lo que pensaba». Es Horacio Pietragalla Corti, el último hijo de desaparecidos a manos de la Dictadura, hallado por las Abuelas de Plaza de Mayo. El número 75.
-Yo, en horóscopos, ya no creo más. Antes leía Géminis y pensaba: qué casualidad, acierta en todo. Hasta me hice una carta natal.
Entonces, su nombre era César Sebastián Castillo. Se lo pusieron sus «padres de crianza», gente humilde.
-Siempre me trataron bien. No les hice reproches, veo las cosas positivas pero ocultaron mi pasado.
Hoy están procesados por supresión y falsificación de identidad, pero les levantaron el cargo más duro, el de apropiación indebida. De eso se ocupó, como era habitual en la época, un militar.
-Era como Papá Noel, pero regalaba los chicos de otros.
Le han dicho que tiene gestos del padre que nunca vió y sus amigos están
acostumbrándose a llamarle Horacio. Dejó el trabajo de repositor de cervezas y trabaja en la asociación de Abuelas, donde se han dado casos de jóvenes que se resisten a hacerse la prueba de ADN porque no quieren saber nada de su pasado.
-La verdad no te arruina la vida, la vida te la arruinaron antes. Nadie puede vivir siempre con la duda. Hay que entender que hay una familia que sufre, que necesita saber si eres su nieto, su sobrino... Hay chicos que creen que sus padres no pensaron en ellos, que les llevaron a sitios peligrosos pero se equivocan, todo el país era peligroso y si no tenían hijos, ¿de qué servía su lucha?
«Le había encargado un niño varón»
La historia de este joven de 27 años comenzó a los pocos meses del golpe de Estado de 1976 que derrocó al Gobierno, inútil pero constitucional, de Isabel Martínez de Perón.
-Mi madre trabajó toda su vida como empleada doméstica en el piso de arriba, donde vivía el teniente coronel Hernán Tefzlaff . Un día, mientras limpiaba y servía café, oyó una conversación: el cuñado del militar le había encargado un varón. El hombre ya lo había conseguido: era yo. Me había llevado a una dependencia de la provincia donde me irían a buscar pero la cuñada, por el camino, se había arrepentido. No sabían qué hacer con el bebé. Mi «vieja» tenía miedo de que a ese chico le pasara algo, y pidió quedarse conmigo. El militar no quería, le advirtió de que podía ir presa pero ella insistió tanto que cedió. Fue un alivio, peor hubiera sido que ellos hubieran encargado un nene.
Siempre tuvo dudas
El pequeño Horacio, desde niño, tuvo dudas sobre su origen.
-Aumentaron en la época de la adolescencia, porque a los 11 años ya era mucho más alto que mis padres. Son muy distintos a mí, muy cerrados, les cuesta abrirse y yo soy todo lo contrario, muy expresivo, sociable, me gusta la gente. Son cosas que en una familia vas notando. Además, no veía fotos de mi mamá embarazada por ningún lado, ni ella hablaba del parto. No contaba nada y todas las mujeres hablan de eso, dan detalles.
-Cuando tenía 15 años, que en realidad eran 16, se descubrió que Marisol,
una de las dos hijas del teniente coronel, que además era mi padrino, era apropiada. Todo me daba vueltas en la cabeza pero seguí mi vida. Hoy me arrepiento porque me hubiera gustado saber antes quién era, sobre todo por los seres queridos que no están.
Fue sondeando a vecinos y hasta a su
hermana, -que no es su hermana-, pero decían no recordar,
-Salvo ella, que me lleva siete años. Me dijo: sí, me parece que sí me acuerdo pero no era rotunda.
La búsqueda por la verdad se la debe, en parte, a su novia, Magali Escriu.
-Estaba en casa y mi mamá le dijo: «Cuando me muera se van a enterar de una noticia que es muy fuerte». Me lo contó y de inmediato le manifesté mis sospechas. Nunca habíamos hablado de eso pero decidimos quitarnos las dudas. No lo dije en casa para no lastimar a nadie, por si estaba equivocado. Se fueron a la Conadi, (Comisión Nacional de Derecho a la Identidad) que trabaja con las Abuelas de Plaza de Mayo y descubrió que éstas ya le seguían la pista y habían puesto una denuncia.
-La duda pasó a ser algo más. Magali
se metió en la página web de las Abuelas y fue rastreando caso por caso. Por
la fecha de nacimiento seleccionó uno. Después sacó una foto de una señora con un bebé y me dijo: no hay duda, esta es tu vieja y ese sos vos. Somos muy parecidos, pero me dije, no, no puede ser, me costaba aceptarlo.
La prueba definitiva sería hacerse un análisis de ADN,
-Antes fui a ver a Marisol. Me lo confirmó: su madre, que está bajo arresto
domiciliario y es paralítica, le había dicho que Tefzlaff me había entregado.
Horacio esperó a que llegara el matrimonio que le había educado.
-Primero les dije que ellos eran mis padres, que estaba agradecido, que sabía el esfuerzo que habían hecho para criarme pero que quería saber la verdad, que era muy importante para mí.
Su «vieja» se desmoronó,
-Lloraba y mi padre se puso muy nervioso. Les dije que se tomaran un par de días para acordarse. Volvimos a hablar y me lo contaron todo.
El 11 de marzo el ADN confirmó su identidad y tuvo su primer encuentro con la familia biológica.
-Llegaron mis tíos y empezaron a llorar porque no podían creer el parecido que tenía.
Ellos le contaron que a su padre, del que heredó el nombre, le mató la Triple A (paramilitares del Gobierno de Isabel Perón) en 1975. Un año más tarde, el 5 de agosto, en plena Dictadura, su madre, Liliana Corti, cayó en una operación conjunta de las Fuerzas Armadas y la Policía en Villa Martelli, Buenos Aires. Estaba con el bebé.
TEXTO: CARMEN DE CARLOS FOTO: ABC
21-9-2003 05:00:04
Celebraba su cumpleaños los 22 de mayo. Creía que había nacido en 1977. Estaba equivocado. Hace seis meses descubrió la verdad. Su madre le trajo al mundo, «un 11 de marzo de 1976. Soy un año más viejo de lo que pensaba». Es Horacio Pietragalla Corti, el último hijo de desaparecidos a manos de la Dictadura, hallado por las Abuelas de Plaza de Mayo. El número 75.
-Yo, en horóscopos, ya no creo más. Antes leía Géminis y pensaba: qué casualidad, acierta en todo. Hasta me hice una carta natal.
Entonces, su nombre era César Sebastián Castillo. Se lo pusieron sus «padres de crianza», gente humilde.
-Siempre me trataron bien. No les hice reproches, veo las cosas positivas pero ocultaron mi pasado.
Hoy están procesados por supresión y falsificación de identidad, pero les levantaron el cargo más duro, el de apropiación indebida. De eso se ocupó, como era habitual en la época, un militar.
-Era como Papá Noel, pero regalaba los chicos de otros.
Le han dicho que tiene gestos del padre que nunca vió y sus amigos están
acostumbrándose a llamarle Horacio. Dejó el trabajo de repositor de cervezas y trabaja en la asociación de Abuelas, donde se han dado casos de jóvenes que se resisten a hacerse la prueba de ADN porque no quieren saber nada de su pasado.
-La verdad no te arruina la vida, la vida te la arruinaron antes. Nadie puede vivir siempre con la duda. Hay que entender que hay una familia que sufre, que necesita saber si eres su nieto, su sobrino... Hay chicos que creen que sus padres no pensaron en ellos, que les llevaron a sitios peligrosos pero se equivocan, todo el país era peligroso y si no tenían hijos, ¿de qué servía su lucha?
«Le había encargado un niño varón»
La historia de este joven de 27 años comenzó a los pocos meses del golpe de Estado de 1976 que derrocó al Gobierno, inútil pero constitucional, de Isabel Martínez de Perón.
-Mi madre trabajó toda su vida como empleada doméstica en el piso de arriba, donde vivía el teniente coronel Hernán Tefzlaff . Un día, mientras limpiaba y servía café, oyó una conversación: el cuñado del militar le había encargado un varón. El hombre ya lo había conseguido: era yo. Me había llevado a una dependencia de la provincia donde me irían a buscar pero la cuñada, por el camino, se había arrepentido. No sabían qué hacer con el bebé. Mi «vieja» tenía miedo de que a ese chico le pasara algo, y pidió quedarse conmigo. El militar no quería, le advirtió de que podía ir presa pero ella insistió tanto que cedió. Fue un alivio, peor hubiera sido que ellos hubieran encargado un nene.
Siempre tuvo dudas
El pequeño Horacio, desde niño, tuvo dudas sobre su origen.
-Aumentaron en la época de la adolescencia, porque a los 11 años ya era mucho más alto que mis padres. Son muy distintos a mí, muy cerrados, les cuesta abrirse y yo soy todo lo contrario, muy expresivo, sociable, me gusta la gente. Son cosas que en una familia vas notando. Además, no veía fotos de mi mamá embarazada por ningún lado, ni ella hablaba del parto. No contaba nada y todas las mujeres hablan de eso, dan detalles.
-Cuando tenía 15 años, que en realidad eran 16, se descubrió que Marisol,
una de las dos hijas del teniente coronel, que además era mi padrino, era apropiada. Todo me daba vueltas en la cabeza pero seguí mi vida. Hoy me arrepiento porque me hubiera gustado saber antes quién era, sobre todo por los seres queridos que no están.
Fue sondeando a vecinos y hasta a su
hermana, -que no es su hermana-, pero decían no recordar,
-Salvo ella, que me lleva siete años. Me dijo: sí, me parece que sí me acuerdo pero no era rotunda.
La búsqueda por la verdad se la debe, en parte, a su novia, Magali Escriu.
-Estaba en casa y mi mamá le dijo: «Cuando me muera se van a enterar de una noticia que es muy fuerte». Me lo contó y de inmediato le manifesté mis sospechas. Nunca habíamos hablado de eso pero decidimos quitarnos las dudas. No lo dije en casa para no lastimar a nadie, por si estaba equivocado. Se fueron a la Conadi, (Comisión Nacional de Derecho a la Identidad) que trabaja con las Abuelas de Plaza de Mayo y descubrió que éstas ya le seguían la pista y habían puesto una denuncia.
-La duda pasó a ser algo más. Magali
se metió en la página web de las Abuelas y fue rastreando caso por caso. Por
la fecha de nacimiento seleccionó uno. Después sacó una foto de una señora con un bebé y me dijo: no hay duda, esta es tu vieja y ese sos vos. Somos muy parecidos, pero me dije, no, no puede ser, me costaba aceptarlo.
La prueba definitiva sería hacerse un análisis de ADN,
-Antes fui a ver a Marisol. Me lo confirmó: su madre, que está bajo arresto
domiciliario y es paralítica, le había dicho que Tefzlaff me había entregado.
Horacio esperó a que llegara el matrimonio que le había educado.
-Primero les dije que ellos eran mis padres, que estaba agradecido, que sabía el esfuerzo que habían hecho para criarme pero que quería saber la verdad, que era muy importante para mí.
Su «vieja» se desmoronó,
-Lloraba y mi padre se puso muy nervioso. Les dije que se tomaran un par de días para acordarse. Volvimos a hablar y me lo contaron todo.
El 11 de marzo el ADN confirmó su identidad y tuvo su primer encuentro con la familia biológica.
-Llegaron mis tíos y empezaron a llorar porque no podían creer el parecido que tenía.
Ellos le contaron que a su padre, del que heredó el nombre, le mató la Triple A (paramilitares del Gobierno de Isabel Perón) en 1975. Un año más tarde, el 5 de agosto, en plena Dictadura, su madre, Liliana Corti, cayó en una operación conjunta de las Fuerzas Armadas y la Policía en Villa Martelli, Buenos Aires. Estaba con el bebé.
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