viernes, 5 de junio de 2009

El aporte de la ciencia al derecho a la identidad



Coloquio anual de Abuelas de Plaza de Mayo

El jueves 30 de noviembre se realizó en la FCEyN la segunda jornada del Coloquio Interdisciplinario
de Abuelas de Plaza de Mayo, sobre el aporte de las ciencias al esclarecimiento de la identidad de las personas. Estuvieron
presentes la Presidenta de Abuelas, y prestigiosos investigadores
que trabajan en el tema.
Como continuación de la jornada del 29 de noviembre en la Facultad de Derecho,
el jueves 30 el encuentro contó con la presencia de Estela de Carlotto, Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo; Ángel Carracedo Álvarez, Director
del Instituto de Medicina Legal de la Universidad de Santiago de Compostela; Horacio Pietragalla, nieto recuperado; Pablo
Coll, investigador del Departamento de Computación de esta Facultad, y Viviana Bernath, Doctora en Ciencias Biológicas y Directora de Genda, laboratorio de Genética
y Biología Molecular, entre otros.
La determinación del vínculo biológico entre
las personas ha sido una preocupación desde tiempos lejanos, en particular, para establecer la paternidad. Pero hasta el siglo
XX, el único parámetro concreto para dilucidarlo era el parecido físico, que daba lugar a interpretaciones subjetivas y tenía
un gran margen de error. Si bien a partir de 1900 comenzaron a hallarse métodos más objetivos, fue recién desde la década de 1980 que el análisis de las huellas genéticas
impresas en el ADN permitió aumentar la certeza.
“Nosotras, con esa ilusión de recuperar el nieto, mirábamos las caritas de los bebés
pensando que íbamos a encontrar los ojos del hijo o de la hija, el color de pelo. Una ilusión absurda, pero no nos dábamos cuenta. A veces seguíamos a una pareja
que llevaba a un bebé que se parecía al hijo nuestro, o a la hija. Pero la mamá era igual al niño”, relató Carlotto, haciendo
referencia a los primeros momentos de la dictadura en que las abuelas iniciaban la búsqueda de sus nietos nacidos en los centros clandestinos de detención.
Pero el parecido físico, o la ausencia de parecido, también fue un disparador para iniciar la búsqueda de la identidad, como fue el caso de Horacio Pietragalla, uno de los últimos nietos recuperados. Horacio relató
que, a partir de los 15 años, reparó en que sus rasgos físicos eran diferentes de aquellos que decían ser sus padres. Esa discrepancia, sumada a otros factores, lo llevó, diez años después, a encontrar a su familia biológica y conocer su verdadera historia. Pero la última palabra la daría la prueba del ADN.
La búsqueda incansable
Las abuelas pronto comprendieron que, para hallar a sus nietos, debían encontrar un parámetro que les ofreciera certeza. La esperanza la dio una noticia del diario: con un análisis de sangre un hombre había podido
determinar su paternidad. Pero en el caso de los nietos, los padres no estaban. ¿Serviría la sangre de las abuelas? “Así iniciamos
la búsqueda, visitamos muchos países,
hasta que en Estados Unidos encontramos
a genetistas argentinos, exiliados, como Víctor Penchaszadeh (del Albert Einstein
College of Medicine de Nueva York), que nos recibieron con los brazos abiertos. Investigaron, y al año siguiente tenían una respuesta categórica: con la sangre de la familia materna podía reconstruirse el mapa genético de los hijos que no están, y así restablecer
el vínculo. Es lo que se llamó índice de abuelidad”, detalló Carlotto.
De esa manera nació el Banco Nacional de Datos Genéticos de familiares de niños desaparecidos, que funciona en el Hospital Durand, y se convirtió en ley nacional en mayo de 1987, reglamentada en 1989. “A partir de ese momento, llenamos ese banco
con nuestra sangre. Y esperamos a los nietos”, expresó la presidenta de Abuelas.
“Existe un proyecto de ley que estamos tratando en el Congreso para crear el Instituto
Nacional de Datos Genéticos”, anunció
en el Coloquio el doctor Luis Alén, Jefe de Gabinete de la Secretaría de Derechos Humanos, quien participó en reemplazo del doctor Eduardo Luis Duhalde.
Lo cierto es que hoy la genética forense representa una ayuda inestimable para los jueces. “Hay en el mundo alrededor de 700 laboratorios y 3500 expertos que trabajan en la identificación de huellas genéticas”, comentó
el genetista español Ángel Carracedo Álvarez, catedrático de medicina legal en la Universidad de Santiago de Compostela.
El avance en las técnicas
Carracedo enumeró los hitos principales en el perfeccionamiento de las técnicas para determinar la identidad biológica. Los métodos
inciales (de las primeras décadas del siglo XX) consideraban los grupos sanguíneos
ABO (antígenos tipo A ó B). En 1940 se descubrió el sistema Rh que luego permitió describir nuevos subgrupos sanguíneos. “De todos modos, lo único que se podía saber con certeza era si el padre presunto no era el padre biológico. No se podía determinar la inclusión”, comentó el especialista.
Más tarde se descubrieron los antígenos de histocompatibilidad, el HLA (Human Leukocyte
Antigen), pero no se podía aplicar con material deteriorado. Hoy, este método se emplea en transplantes de órganos.
En 1985, Alec Jeffreys, de la Universidad de Leicester, halló la técnica de la huella genética,
basada en los microsatélites, secuencias
cortas de ADN que no codifican para proteínas, están muy repetidas y muestran gran variación entre las personas.
El desarrollo posterior de la técnica PCR (reacción en cadena de la polimerasa), una suerte de fotocopiadora genética, hizo posible amplificar los pequeños fragmentos
de ADN.
“En 1996 ya éramos capaces de tener resultados,
en menos de cinco horas, a partir de una muestra del tamaño de una cabeza de alfiler, y con una probabilidad de coincidencia
de 1 en 30 millones de personas”, afirmó Carracedo, y luego subrayó: “Pero éste no es sólo un trabajo analítico, sino también de interpretación. Además, una tarea estadística
muy compleja y que requiere gran entrenamiento,
tanto en el cálculo como en la comunicación de los resultados”.
Otro hito fue el análisis del ADN mitocondrial,
que se hereda sólo por vía materna, y que resolvió muchos casos en que las muestras estaban muy degradadas, ya fuera por la antigüedad o por las malas condiciones de conservación. Este método
es una gran ayuda por el simple hecho de que en cada célula tenemos un solo núcleo,
pero muchas mitocondrias.
OTRO APORTE PARA ORGANIZAR LA INFORMACIÓN
Además de la genética forense, las Ciencias de la Computación y la Minería de Datos (Data mining) podrán aportar al esclarecimiento de la identidad, como describió el doctor Pablo Coll en la conferencia que inició el Coloquio. El equipo de investigación integrado por Coll, Inés Caridi, Claudio Dorso y Pablo Balenzuela, todos investigadores
de esta Facultad, colaboran con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en la elaboración de técnicas para formalizar el tratamiento de la información. El proyecto se inscribe en el Programa de desarrollo científico del EAAF y convoca también a estudiantes de grado y graduados interesados en la aplicación de herramientas
y conocimientos para facilitar la tarea de identificación y la organización de la documentación sobre violaciones a los Derechos Humanos (ver Cable Nro. 623).

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